Una dulzura insólita, las lágrimas
de la mujer que quiero y en sus brazos
la eternidad que busca Dios a solas
cuando crea el amor sobre la tarde.
El tiempo como muerto y desvalido
en la dorada cama de los sueños,
y una voz descreída por el pulso
del verso más callado de la tierra.
La mar que me persigue y me contiene
en los azules huecos de su cara.
Y esa fragilidad que a todo escupe.
Es ella y es su nombre entre los nombres
un suspiro perfecto y misterioso
desde sus labios hasta mi afonía.
Pd: Muchas gracias, Julio Alonso.
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Solucionado.
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Muchas gracias Julio por tus consejos y tu
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Perdona el lapsus calami de «veros» por «versos».
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Hermoso soneto blanco en el que destacan los veros sáficos con otros heroicos cortos y melódicos que hacen una lectura fluida y armoniosa. Excelente tratamiento del tema. Acentuación perfecta. Podrías revisar, aunque no sea imprescindible si te gusta así, el verso del primer terceto: Y de la mar esa fragilidad que escupe, ya que tiene 13 sílabas y falla la acentuación, además de repetirse el vocablo «mar». Yo le daría una vuelta, porque el soneto lo merece.
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